| CRISTO 
            REDENTOR, 
            100 AÑOSSello nº 2139
  IniciativaLuego de leer una carta encíclica de S.S Papa León 
                XIII, el obispo de San Juan, monseñor Marcolino del 
                Carmen Benavente, en carta pastoral propuso a sus diocesanos 
                levantar un monumento a Cristo Redentor, que recordara a los 
                hombres el mensaje de paz y de amor que El había traído 
                al mundo.
 Una dama de la aristocracia 
              de Buenos Aires, doña Ángela Oliveira Cézar 
              de Costa, presidenta de la "Asociación de Madres Cristianas", 
              tomó entonces la resolución de hacer realidad 
              el llamado del prelado, valiéndose de su prestigio 
              social y de sus relaciones de amistad y de parentesco con 
              los hombres públicos de su patria, logró interesarse 
              a los gobiernos de Argentina y Chile en su proyecto. El momento no podía 
              ser más propicio y oportuno, ya que en mayo de 1902 
              ambas repúblicas habían logrado finiquitar, 
              en forma satisfactoria y por medios estrictamente pacíficos, 
              todos sus problemas fronterizos pendientes, los que en muchas 
              ocasiones habían estado a punto de provocar una guerra. Santiago y Buenos Aires 
              habían sido escenarios de magníficas festividades 
              oficiales y populares. Se realizaron visitas recíprocas 
              entre las embajadas Chilena y Argentina. En la visita que 
              efectuó la embajada chilena, presidida por el vicealmirante 
              don Jorge Montt, ex Presidente de la república, se 
              acordó, en forma definitiva el emplazamiento del Cristo 
              Redentor en el Paso de Uspallata, el que, como expresaba la 
              señora Oliveira Cézar de Costa, "su imagen puesta 
              en la cumbre de los andes, en la línea divisoria, será 
              un tributo al Ser Supremo, que nos ha otorgado el gran beneficio 
              de la paz, y un consuelo inefable para los que tanto han trabajado 
              buscando una solución honrosa al viejo pleito". Traslado 
              de la estatuaLa estatua del Redentor, obra del afamado escultor argentino 
              Mateo Alonso, se encontraba provisionalmente depositada en 
              un patio del Colegio Lacordaire, de Buenos Aires, y había 
              sido admirada por el vicealmirante Montt, miembros de su comitiva 
              y personalidades argentinas. Era ahora necesario trasladarla a su grandioso y lejano emplazamiento.
 Esta tarea resultó 
              bastante difícil, pues hubo necesidad de llevarla en 
              ferrocarril, dividida en varias piezas de Buenos Aires a Mendoza, 
              una distancia de 1.200 kilómetros, y de allí 
              a la cumbre andina, a lomo de mula, a través de 185 
              kilómetros. El 15 de Febrero de 1904 
              quedó terminado el pedestal, y el escultor Alonso procedía a dirigir los trabajos de montaje de las diversas piezas de 
              bronce que forman el Cristo, obra a que se daba término 
              en los primeros días de marzo. El grandioso monumento, 
              incluyendo su pedestal, alcanzaba ocho metros de altura. Ya el Cristo Redentor bendecía a Chile y Argentina desde ese imponente y natural sagrario 
              que forman las más elevadas crestas andinas. Sólo 
              faltaba su inauguración oficial, acto que se realizó 
              el 13 de marzo de 1904. InauguraciónMás de 3.000 personas se congregaron al pie de la estatua. 
              Los comisionados oficiales de Chile y Argentina llegaron temprano 
              y las ceremonias se iniciaron con salvas de artillería 
              disparadas por soldados de las dos naciones que se hallaban 
              en formación militar a 150 metros de distancia los 
              chilenos en suelo argentino y los argentinos en tierra chilena.
 El estampido de los cañones 
              resonaba de montaña en montaña y entre su fragor 
              surgían vibrantes las notas marciales de los himnos 
              nacionales de Chile y Argentina. Cuando el tronar de la última 
              salva se apagó entre las gargantas y crestas andinas, 
              se oyeron clamorosos y entusiastas vivas a los dos países 
              y a los presidentes Riesco y Roca. Luego monseñor Mariano 
              Antonio Espinosa, arzobispo de Buenos Aires, ofició 
              una misa de campaña al pie del monumento, ayudado por 
              altas dignidades de la Iglesia chilena. Después pronunciaron 
              discursos alusivos al acto, el canónigo argentino doctor 
              Pablo Cabrera; don Raimundo Silva Cruz, ministro de Relaciones 
              Exteriores de Chile; doctor Jorge A. Terry, ministro de Relaciones 
              Exteriores de la República Argentina, y el obispo de 
              San Carlos de Ancud, doctor don Ramón Ángel 
              Jara, que en aquella oportunidad superó todos sus más 
              celebrados éxitos oratorios y a cuyo magistral discurso 
              pertenecen estas frases inmortales: "Y cuando las futuras 
              generaciones suban por estos desfiladeros, conducidos por 
              brazos del vapor, no encontrarán, como en las Termópilas, 
              escrito con sangre en las desnudas piedras, aquel testamento 
              de los heroicos espartanos: "Aquí rendimos la vida 
              por defender las patrias leyes". Antes bien, llegarán 
              a esta cumbre, y en el bronce de este glorioso monumento verán 
              grabada con caracteres de fuego una leyenda sublime: "Se desplomarán 
              primeros estas montañas, antes que argentinos y chilenos 
              rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor". Placas 
              de la estatuaEn la actualidad el pedestal del Cristo Redentor ostenta varias 
              placas; pero en la época de su inauguración 
              sólo se colocaron dos: una ofrendada por la República 
              Argentina y otra por los obreros de Buenos Aires,
 La primera es obra del escultor 
              alonso y fue fundida en los talleres del Arsenal de Guerra 
              el país hermano. Es una hermosa obra de arte, que representa 
              un libro abierto en cada una de cuyas hojas se destaca una 
              mujer, simbolizando a Chile y a Argentina. Para la primera 
              sirvió de modelo un retrato de las señora Oliveira 
              Cézar de Costa, y para la segunda, uno de doña 
              María Errazuriz de Riesco, esposa del presidente de 
              Chile. |