JUBILEO AÑO 2000
El Papa Juan Pablo II
ha convocado a todos los cristianos de la tierra al Gran Jubileo
del Año 2000, mediante la Bula Incarnationis Mysterium,
publicada el 29 de noviembre de 1998, primer domingo de Adviento
y fecha de inicio del tercer año de preparación
inmediata al Año Santo, dedicado por completo a la
meditación sobre Dios Padre. El Sumo Pontífice
precisó, mediante esta Bula y cuatro años antes
( 10 de noviembre de 1994) en la Carta Apostólica Tertio
Millenio Adveniente, de preparación para esta fiesta,
que el tema central es la celebración de los dos mil
años de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo.
La convocatoria pontificia señala las posibles celebraciones
jubilares en un preciso contexto teológico e histórico;
pone de relieve el carácter ecuménico de la
celebración y, sobretodo, se detiene en el sentido
de “fiesta nupcial” que cada año jubileo
tiene que tener.
La palabra Jubileo es de origen hebrea y trae a la mente el
concepto de alegría. Deriva del hebreo Yovel, el cuerno
de Aries que la ley de Moisés indicaba tocar a modo
de tromba, cada cincuenta años, como señal del
inicio de un año santo, de un año dedicado por
entero al Señor. Esta antiquísima fiesta se
enriqueció con los años de otros particulares
aspectos dirigidos a resaltar el gran sentido de 2liberación”:
los campos y las casas volvían al propietario primitivo;
los esclavos eran liberados; los deudores insolventes perdonados.
Era la celebración periódica de la justicia
y de la paz. Reconquistar los bienes propios y la propia libertad
significaba entrar de nuevo en el orden cósmico de
la creación y en el proyecto de bien del Creador.
CONVOCATORIAS
Los Años Santos y los Jubileos son convocados cada
veinticinco años, un plazo establecido a partir de
la Bula de 1470 del Papa Juan Pablo II. Son convocatorias
para los cristianos de todo el mundo y se trata de acontecimientos
populares. Por lo tanto, se deben emplear medios, señales,
símbolos que sirvan para hacer vivir a los fieles las
grandes verdades de la vida cristiana y los lleven a una relación
más profunda con el Señor Jesucristo.
Las principales señales que, tradicionalmente, han
estado presentes en los Jubileos son tres: el peregrinaje,
la Puerta Santa y la indulgencia. A éstas en el Jubileo
de fin de milenio, el Papa Juan Pablo II añade la purificación
de la memoria, para pedir perdón por los contra-testimonios
de los cristianos en estos 2000 años de historia de
la iglesia; la caridad, para ayudar a los que viven en la
pobreza y la marginación, y para obtener la reducción
de la deuda exterior que oprime a los países más
pobres; y por último, la memoria de los mártires,
numerosísimos en este siglo “sobretodo a causa
del nazismo, el comunismo y las luchas tribales” (Bula
nº13)
Los dos mil años del nacimiento de Cristo representan,
afirma el Papa, un Jubileo extraordinariamente grande, no
solamente para los cristianos, sino para toda la humanidad,
dado el papel de primer plano ejercido por el cristianismo
en estos dos mil años. El Sumo Pontífice resalta
que hay que tener en cuenta una dimensión histórica
de la consciencia:”La Puerta Santa del Jubileo del
2000 deberá ser simbólicamente más grande
que las precedentes, porque la humanidad, llegada a la meta,
se dejara a la espalda no solamente un siglo, sino un milenio.
Está bien que la Iglesia se presente a este paso con
la clara consciencia de lo que ha vivido en el transcurso
de los últimos diez siglos. No puede cruzar al nuevo
milenio sin empujar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento,
de los errores, infidelidad, incoherencias, retrasos”. |