“AMERICA
UPAEP”
EL NUEVO MILENIO SIN ARMAS
Un cambio de siglo fue siempre
una ocasión propicia para la reflexión sobre el destino
de la humanidad. En la aurora del siglo XXI, esa reflexión
se torna más exigente que nunca.
La civilización se mueve
a una velocidad vertiginosa en todas las esferas mostrando las
proezas del talento humano que asombra con sus conquistas científicas
y tecnológicas, las previsiones son sencillamente maravillosas.
Sin embargo, la civilización se mueve también al
borde del abismo ecológico y moral: la posibilidad de la
autodestrucción material y espiritual está en el
horizonte como sombras sobre los pioneros del progreso.
Las promesas y los riesgos crean
un escenario de difícil abordaje por la razón que
parece no haber resultado obrar como una brújula cartera
en la construcción de la historia. Las antiguas preguntas
de todos los tiempos siguen sin respuesta: las nuevas preguntas
se tornan más equivocas cuando se acabaron las certezas
y los mitos ideológicos
Pero hay todavía un drama
mayor: la guerra que alguna vez se vio como atavismo del retraso
en la humanización del hombre: sigue siendo una pesadilla
en el pasado, el presente y el futuro de muchos pueblos, incluida
la posibilidad del autoaniquilamiento de la humanidad con el sólo
recurso de apretar unos cuantos botones atómicos.
Las cifras son de escalofrío
en muertos, mutilados, destrucciones, gastos, investigación
científica y tecnológica, inteligencia, en fin; gran
parte de la civilización ha venido trabajando para la guerra.
Se calcula un gasto de más de tres millones de dólares
en esta carrera irracional hacia el abismo.
El cambio de siglo despierta
ilusiones y esperanzas; los pueblos casi siempre ajenos a las grandes
decisiones, esperan que los extravíos de la razón
terminen y asuma las grandes oportunidades que ofrece la ciencia
y la tecnología para erradicar la pobreza, las enfermedades,
las distancias entre la minoría opulentas y las muchedumbres
que anhelan pan, ilustración y justicia.
Chile es un país pequeño
cuyo progreso tiene tareas inconclusas, por eso, no desea distraer
grandes recursos en armas y para lograrlo ha buscado resolver con
sus vecinos conflictos potenciales a lo largo de sus fronteras.
La diplomacia ha removido gran parte de los obstáculos y
los procesos de integración van creando intereses compartidos
que habrán de culminar en un gran mercado común que
será propicio no sólo para los negocios sino también
para el disfrute compartido de los grandes valores de la cultura
y las artes.
Chile anhela un mundo de paz
y fronteras de paz; en ese rumbo saluda todas las iniciativas de
la comunidad internacional, autoridades religiosas, científicos
y artistas.
La empresa de Correos de Chile
se nutre de estos sueños de la nación y por eso saldrá al
mundo a luchar con sus conocidas armas de paz y belleza como son
los sellos filatélicos. |