Este año (1989)
se cumplen 150 años de dos hechos históricos
que consolidaron la integridad de la nación chilena,
en 1839. Los triunfos de Casma y Yungay conjuraron el peligro
a que Chile se vio enfrentado por los objetivos perseguidos
por la Confederación Perú - Boliviana, creada
por el Mariscal Andrés de anta Cruz.
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Diego Portales P.
(1978) , plancha 110 x 111 mm |
Don Diego Portales, Ministro de Defensa de la época
y uno de los forjadores de nuestra patria, vio claramente
el peligro que esta nueva potencia significaba. Su existencia
ponía en Jaque la paz del Continente debido al desequilibrio
de fuerzas en América, limitaba las proyecciones marítimas
de Chile y constituía una amenaza para el sentimiento
de nacionalidad, que recién nacía en los antiguos
reinos hispanos.
Creada la Confederación, en la perspectiva de restaurar
el Imperio Inca, Portales logró, a costa de su propia
vida, despertar el espíritu nacional de los chilenos
que marcharon hacia el Perú.
La temprana consolidación de su régimen político
e institucional en relación al resto de las repúblicas
hispanoamericanas, permitió a Chile alcanzar una importante
primacía comercial en el continente. Esta posición
comenzó a ser amagada por la unificación de Perú y
Bolivia en un Estado bajo la conducción del mariscal Andrés
de Santa Cruz. A esta rivalidad se sumaron las sospechas mutuas
respecto de que cada potencia conspiraba para desestabilizar
políticamente a la otra, configurando así, las
principales causas de esta guerra.
La convicción de que
detrás del asesinato de Diego Portales estaba la mano
del mariscal Andrés de Santa Cruz, decidió al Gobierno
chileno a emprender la disolución de la Confederación
Perú-Boliviana por medio de las armas. Con dicho propósito,
en octubre de 1837 desembarcó en el sur del Perú un
ejército comandado por Manuel Blanco Encalada y conformado
por tropas chilenas y disidentes peruanos de Santa Cruz.
Esta
fuerza, denominada Ejército Restaurador, no consiguió alcanzar
sus objetivos, puesto que Blanco Encalada, evitando batirse con
un enemigo numéricamente superior, se involucró en
las querellas de la política local, logrando la firma
del tratado de Paucarpata. Al regresar a Chile, Blanco Encalada
y la paz de Paucarpata fueron repudiados tanto por el pueblo
como por el Gobierno, de modo que se organizó una nueva
expedición, esta vez a cargo del general Manuel Bulnes.
Tras el fracaso de una primera expedición, zarpo otra
al mando del General Manuel Bulnes. Esta vez, el Ejército
avanzó bien protegido por la Escuadra Chilena, al mando
del Capitán de Navío Roberto Simpson.
Esta Escuadra, en el combate de Casma (12 de enero de 1839)
aseguró para Chile el dominio marítimo de la
región y justamente, dicha acción fue lo que
permitió el triunfo del Ejército chileno, al
crear las condiciones favorables en un teatro de operaciones
que dependía del mar, como era el del Perú.
Así, ocho días después, el 20 de enero
de 1839, en Yungay, junto al río Santa, en el callejón
de Huaylas, se libró la batalla decisiva. Allí,
Bulnes y sus hombres atacaron al adversario y tomaron el Cerro
Pan de Azúcar, con lo que la Confederación Perú -
Boliviana y el sueño incaico de Santa Cruz quedó
definitivamente desarticulado y olvidado.