A diferencia de lo que piensa y cree la mayoría de los chilenos, el Combate Naval de Iquique, que no se puede separar del Combate Naval de Punta Gruesa, disputado al sur de la bahía de aquel puerto, entre la goleta cañonera “Covadonga” y la fragata blindada “Independencia”, no fue un “Triunfo Moral”, por el contrario, los combates disputados ese memorable 21 de mayo de 1879, marcaron el desarrollo posterior de la Guerra del Pacífico.
En lo inmediato, la tenaz y heroica defensa de la corbeta “Esmeralda” frente a su poderoso adversario, permitió que el convoy que transportaba 2.500 hombres del Ejército con destino al puerto de Antofagasta, pudiera llegar a salvo y además evitó que la máquina resacadora de agua no fuera destruida por las unidades peruanas y pudiera seguir abasteciendo al ejército acantonado en Antofagasta, donde se preparaba para las próximas operaciones.
En el transcurso de los días, cuando se conocieron con más detalles los hechos ocurridos en Iquique y Punta Gruesa, Chile entero se alzó orgulloso y satisfecho.
El chileno común y corriente, hasta entonces molesto y a la vez desencantado por la pasividad de las autoridades políticas y militares en el desarrollo del conflicto, de súbito fue alentado por este ejemplo de heroísmo de los marinos de la “Esmeralda” y de la “Covadonga”. Entorno de éstos se produjo la unidad nacional. Todas las voluntades se sumaron en el esfuerzo común de vencer.
Los héroes de Iquique dejaron señalado el camino de la victoria: cada chileno se sintió comprometido con el ejemplo éstos y comprendió que había que seguir la ruta de la entrega total al servicio de la Nación en guerra, dejando de lado cualquier tipo de diferencias que podían existir.
Se produjo la movilización de cientos de jóvenes hacia los cuarteles para integrar los cuadros movilizados; las mujeres intensificaron sus quehaceres para apertrechar al Ejército y algunas se alistaron como cantineras.
Pero lo más importante de estos combates es que inflamó el espíritu patriota de los chilenos y reforzó la tradición impuesta por el almirante Cochrane, que se cumple hasta el día de hoy "Vencer o Morir", que por lo demás se encuentra escrita en bronce en las unidades de la Escuadra Nacional, herederas de aquellas que lucharon en la Guerra del Pacífico.
Los combates navales de Iquique y Punta Gruesa crearon una mística que acompañó a las fuerzas chilenas durante toda la guerra, que permitió lograr la victoria final a pesar de los inmensos sacrificios y penurias soportadas por las tripulaciones de la Escuadra y tropas del Ejército.
Se puede decir, con propiedad, que el 21 de mayo de 1879 la Armada de Chile dio el primer paso para lograr el triunfo definitivo en la Guerra del Pacífico.
Fuente : Armada de Chile
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