DIA DE
LA MARINA MERCANTE NACIONAL
Sello nº 1513
El 26 de Junio de 1818, el Director
Supremo de la Nación, Libertador General Don Bernardo
O'Higgins Riquelme, otorgó la primera patente de comercio
marítimo al armador chileno Don Francisco Ramírez,
para la operación de su buque
"Gertrudis de la Fortuna", primera nave al servicio
de la Marina Mercante de Chile.
Así, por primera vez, una
nave mercante enarbola con plena propiedad el pabellón de
la República, para bajo su amparo, recorrer los mares portando
el espíritu de la nueva nación, la pujanza de su
gente y las riquezas de su territorio. En adelante, la presencia
de un buque mercante chileno en cualquier punto del mundo, será su
más poderoso vínculo con las demás naciones.
Las actividades navieras son las
que dan vida a los pueblos marítimos, y son también
el fundamento y la fuerza impulsora de su desarrollo. En el nacimiento
e incremento de su Marina Mercante encuentran su seguridad y las
promisorias perspectivas de su futuro. La vida de estos pueblos
está estrechamente ligada a la de sus hombres de mar y a
la multiplicidad de actividades que genera e impulsa la empresa
naviera.
La Armada de Chile, celosa guardiana
y protectora de los intereses marítimos de la Nación,
de los que la Marina Mercante Nacional es el más importante,
impulsó el reconocimiento y la institución del 26
de Junio de cada año como el Día de la Marina Mercante
Nacional, el que se señalará en forma perenne la
fecha de inicio de una actividad que engrandece a la Patria día
a día, en todas las latitudes, y en cuerpo de todos aquellos
que viven ligados a la majestuosa inmensidad del mar, refundiéndolos
en un mismo molde de aspiraciones e ideales.
Oficiales y tripulantes son el
nervio motor de un buque. Ni la más avanzada tecnología
podrá salvar a la nave cuyos tripulantes no participen de
su espíritu inmanente, aquel que anima a todos sus iguales,
en todos los mares y bajo todas las banderas. De allí, que
pese a tratarse de una empresa creada por el afán de comercio,
la empresa naviera, como toda empresa de hombres, requiere también
de una mística, reflejada en las costumbres, uniformes y
el compañerismo de sus componentes.
La recordación anual de
esta efeméride será oportunidad para destacar ante
el país la labor tesonera de quienes se desempeñan
a bordo de las naves mercantes nacionales, concitando el reconocimiento
ciudadano hacia una actividad que, otorga un mayor impulso al desarrollo,
al posibilitar un permanente intercambio de bienes y mercaderías
entre nuestro país y los demás del mundo. Su accionar
permite el transporte de los mayores volúmenes de carga
generada por la producción nacional, en proporción
muy superior y a menores costos que por cualquier otro medio.
Acertadamente, se ha sostenido
que, para Chile, el transporte marítimo reviste características
de supervivencia, por cuanto más del 95% de su comercio
internacional se realiza por esta vía, siendo además
un país terminal y no de tránsito, respecto de las
rutas naviera mundiales.
La Marina Mercante de Chile tiene,
asimismo, un papel protagónico en la proposición
de Océano política y Mar Presencial que hiciera al
país y a la comunidad internacional el Comandante en Jefe
de la Armada, pues nuestras naves mercantes están destinadas
a señalar dominio sobre las extensas superficies oceánicas
que se extienden más allá de nuestra Zona Económica
Exclusiva, y que encierran el vértice insular de Isla de
Pascua y la proyección de su meridiano hasta el Polo Sur.
Cada buque de nuestra bandera
es un trozo de Chile que se desprende del costado generoso de la
Patria, para llevar a los confines del mundo su cultura y su condición
de raza. El fomento y la expansión de la Marina Mercante
Nacional hará posible que continúe cumpliéndose
a cabalidad la acertada metáfora que en su obra "Tierra
de Océano" señalara Benjamín Subercaseaux,
al referirse a esa "otra marina, aquella que contribuye en
larga caravana de gruesos glóbulos mercantes a mantener
el torrente sanguíneo de la circulación de un pueblo". |