“GLORIAS MILITARES”
LA CAMPAÑA DE TARAPACA
SELLO nº 964-67
La Campaña de Tarapacá
es un eslabón más de ese rosario de triunfos
que formáronse en engastes seguros y brillantes a través
de un quinqenio-1879-1884- de esfuerzo, sangre y heroísmo.
La Campaña de Tarapacá está enmarcada
en tres hechos, violentos como rápidos: el desembarco
de Pisagua, 2 de Noviembre; el combate de Germania, 6 de Noviembre
y la batalla de Dolores o San Francisco, 19 de Noviembre.
El desembarco de Pisagua, caleta abrupta, de acantilados traicioneros,
de oleajes violentos, defendida por dos fuertes guarnecidos cada
uno por cañones de largo alcance, ha sido considerado
como uno de los hechos más audaces de la Guerra del
Pacífico.
Un observador inglés, que lo presenció, dijo
de él:” Que fue algo más que una barbaridad
sublime, fue una hábil concepción estratégica
basada en la superioridad material y moral (humana) de las
tropas chilenas”. Lo que queda demostrado desde que
el primer soldado chileno del primer bote de atraco y desembarco,
Teniente de Marina Amador Barrientos, saltó sobre un
promontorio de las rocas de Pisagua y clavó la bandera,
poco antes del mediodía y desde que el Subteniente
de Ejército Rafael Torreblanca, clavó la segunda
bandera en lo Alto del Hospicio, a las 3 de la tarde, cuando
ya la heroica defensa había sido superada.
Caída Pisagua vendría el combate de Germania,
6 de Noviembre. Rápido y sangriento, pero definitivo
para Chile. A continuación, la batalla de Dolores o
San Francisco. En ella se enfrentaron el 19 de Noviembre 9.000
(nueve mil) hombres peruanos-bolivianos, contra 6.400 (seis
mil cuatrocientos) chilenos.
Desde las tres de la tarde, partiendo de los faldeos de San
Francisco hasta llegar a una lucha frontal, a corta distancia;
la mortandad fue sin piedad. Al grito de “a la carga”,
“a la bayoneta” los atacameños chilenos
no pensaban sino en vencer o morir. A la cinco de la tarde
la dispersión de los enemigos, por rutas distintas,
entregó esa tierra a los chilenos.
No quedaba sino ocupar el Puerto mayor de la zona, Iquique,
allí donde estaban las tumbas sagradas de los primeros
héroes del mar. El cuerpo consular extranjero serviría
de mediador para entregar la ciudad responsablemente. Ello
ocurrió el 23 de Noviembre de 1879. Cuatro días
más tarde, la batalla de Tarapacá ponía
término a esta campaña.
¿Y cómo se pudo obtener estos triunfos?
Porque todas las dificultades, humanas, económicas,
estratégicas, más la violencia verbal y escrita
de una élite libre para opinar y la presión
popular bullanguera que hubiera querido poner alas a los combatientes
para ir pronto a lo más lejos posible, todo fue solucionado.
Era nada más que el cuadro ardiente de un patriotismo
exaltado por el coraje que el chileno soldado estaba demostrando.
Y la campaña de Tarapaca confirmó que civiles
y militares ante el conjuro de la voz ¡CHILE!, formaban
un solo brazo, un solo corazón. Esto encendió
las pasiones, que la razón se encargo de encauzar por
el camino de la gloria. ENRIQUE CANAS FLORES
Miembro de la Academia de Historia Militar
Ex Profesor de Historia en la Escuela Militar
y Ex Embajador y Parlamentario. |