| “90 AÑOS DIARIO
              LA NACIÓN 1917-2007”  Sellos 2253-2254 El diario La Nación
                salió a la luz pública un 14 de enero de 1917.
                Ese día la urgencia informativa puso al conflicto bélico
                que sacudía a Europa en su primera portada. Posteriormente,
                esa misma noticia de portada sería conocida como
                la Primera Guerra Mundial. Primer día; primer acierto
                del naciente diario. La guerra horrorizaba y angustiaba al mundo
                entero y ese día los santiaguinos arrebataron los ejemplares
                del diario apenas estuvo en las calles. La Nación nació gracias a la iniciativa
              de los senadores Eliodoro Yáñez, Augusto Bruna, Abraham
              Gatica y Alfredo Escobar, todos del ala izquierda del Partido Liberal.
              Cada uno aportó con 250 mil pesos de la época para
              reunir el capital suficiente para comprar una vieja casona en calle
              Agustinas, propiedad que había sido nada menos que del brillante
              pensador Francisco Bilbao. Luego se trajo desde Alemania varias
              linotipias y una moderna rotativa que podía lanzar cien
              mil ejemplares en apenas tres horas.  En términos de infraestructura un paso
              importante se dio en 1928 cuando fue demolida la casa original
              y en su lugar se levantó un moderno edificio inaugurado
              en 1929, que pasó a ser uno de los edificios más
              altos del país. La Nación, que surgió como alternativa
              a periódicos como "El Mercurio"  y "El Diario
              Ilustrado", representantes, respectivamente, de las ideas
              de la derecha económica y católicos conservadores,
              en su primera editorial anunciaba que prestaría "especial
              y preferente atención a los problemas sociales que afectaban
              a la población".  Su primer director fue Ernesto Bianchi Tupper,
              cuñado de Eliodoro Yánez. La planta periodística
              la integraron los mejores profesionales de entonces:  Enrique
              Tagle Moreno, que escribía con el seudónimo de Víctor
              Noir; Raúl Simón, conocido como César Cascabel;
              el destacado cronista Joaquín Edwards Bello –  quien
              escribió desde 1917 a 1962; Conrado Ríos, Ricardo
              Dávila, Inés Echeverría “Iris”,
              Ernesto Barros y Hugo Silva. Hacia 1928 diario La Nación había
              alcanzado la primera circulación nacional. El general Carlos
              Ibáñez había derrocado a Alessandri e impuesto
              una férrea dictadura.   Quienes escribían en
              La Nación eran notorios opositores. Entonces, en medio de
              supuestas y cuantiosas deudas de tributación, el fisco expropió la
              empresa.  “Esta se hizo contra la firme voluntad del
              propietario, en condiciones desastrosas para la moral pública.
              Entonces, el diario quedó al servicio de la dictadura”,
              narraba Joaquín Edwards Bello en una de sus columnas. Yánez
              fue obligado a marcharse al exilio. Vivió en París
              con su familia durante cuatro años. A la caída del régimen de Ibáñez,
              La Nación fue clausurada y saqueada una buena parte de sus
              archivos, maquinarias e instalaciones. A partir de 1932 y hasta
              1973 sirvió, con sucesivas transformaciones periodísticas,
              a los gobiernos de Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda, Juan
              Antonio Ríos, Gabriel González Videla, Carlos Ibáñez,
              Jorge Alessandri, Eduardo Frei y Salvador Allende. Solo dejó de aparecer después del
              golpe militar del 11 de septiembre de 1973. La circulación
              había caído casi a la bancarrota. No consiguió un
              nuevo impulso bajo la dictadura de Pinochet, y se intentó un
              cambio de nombre. Se llamó La Patria pero la caída
              no se detuvo y nuevamente desapareció para posteriormente
              retornar, bajo el nuevo nombre de “El Cronista”.  Con el retorno a la Democracia, en 1989, vino
              el renacimiento. Se plantea entonces como un diario al servicio
              de la transición democrática y como un patrimonio
              de la opinión pública. Su dirección queda
              a cargo del periodista Abraham Santibáñez. En esos años se hizo patente la necesidad
              de introducir innovaciones tecnológicas importantes en todas
              las áreas de la empresa, especialmente en el  Área
              de Operaciones. Para este efecto, se construyó una planta
              industrial que comenzó a funcionar durante el año
              1999. Con esto, se cerraba el proceso de impresión de diarios
              en la Casa Matriz de Agustinas, donde las nuevas exigencias medio
              ambientales y los problemas de congestión vehicular no hacían
              posible la mantención de una industria en pleno barrio cívico
              de Santiago.  A fines de 2004, con la idea de separar las funciones
              de la empresa, en tanto rol público y comercial, se procede
              a la división de su patrimonio creándose “Puerto
              Madero Impresores S.A.”, empresa gráfica que funciona
              en forma autónoma, en tanto que La Nación S.A conserva
              la edición del diario La Nación y Diario Oficial,
              además de la exitosa versión electrónica lanacion.cl;
              el interesante semanario La Nación Domingo, y las ya tradicionales
              revistas Triunfo y Fusta para los amantes del deporte y la hípica.  Una
              amplia oferta periodística que confirma que
              ayer y hoy, “sin La Nación, la nación no sería
              la misma”. |