CENTENARIO DEL DESCUBRIMIENTO
DEL
BACILIO DE LA TUBERCULOSIS
ROBERTO KOCH nació
en CLAUSTHAL, Alemania, en 1843. Recibido de médico
cirujano, trabajó como médico rural durante
casi 3 años. A comienzos de 1870, con ocasión
del estallido de la guerra franco- prusiana, fue destinado
a la atención de hospitales militares en Lorena y luego
cerca de Orleans, en Francia. Obtuvo su diploma de Salud Pública
en 1872 y se establece en Wolstein, actualmente perteneciente
a Polonia. Se dedica con gran pasión al desarrollo
de una nueva ciencia que más adelante se llamaría
microbiología e incurre al mismo tiempo que Pasteur
y otros grandes iniciadores, en esta frondosa rama de la Medicina
que es hoy la inmunología.
En 1876, preocupado por el carbunco, descubre el mecanismo
de la conservación del bacilio por medio de las esporas.
El 24 de Marzo de 1882, a la edad de 38 años, Koch
descubre el bacilo que hoy lleva su nombre y que causa la
tuberculosis, entonces llamada el “mal del siglo”,
por el fuerte tributo que pagaba la humanidad a ese proceso.
Después de informar sobre el descubrimiento del bacilio
de la tuberculosis, en la Sociedad de Fisiología de
Berlín, se le nombró Director de la Comisión
Alemana del Cólera, otra enfermedad que segaba muchos
miles de vidas. A raíz de ello, descubre el vibrión
que causa esa enfermedad. En 1890 descubrió la tuberculina,
que aún se usa para determinar el contacto o infección
previa de los seres humanos. En 1905 se le otorga el Premio
Nobel de Medicina.
Gracias al descubrimiento del bacilo, hoy la tuberculosis
disminuye rápidamente su importancia como causa de
enfermedad y muerte.
Ocupaba en los tiempos de Koch los primeros lugares entre
las causas específicas de defunción, mientras
en la actualidad, en muchos países, es un proceso de
muy escasa prevalencia. En Chile, con una población
de poco más de 5 millones de habitantes en 1940, se
registraban más de 12.000 muertes anuales y decenas
de miles de enfermos yacían en hospitales especialmente
destinados a su atención y que se hacían insuficientes.
Hoy sólo mueren alrededor de 1.000 personas cada año,
con una población más del doble de la del período
antes mencionado. Sólo en contados casos de enfermos
se hospitalizan y los establecimientos dedicados a ellos han
sido ahora destinados a otros fines.
Nada de esto habría podido lograrse sin las investigaciones
de Koch. A partir del descubrimiento del bacilo que lleva
su nombre, pudo prepararse la vacuna y a la que se denominó
BCG. Pudo también combatirse el germen al descubrirse
los antibióticos, asegurándose con ello la curación
de más del 95% de los enfermos tratados oportunamente
y durante el tiempo necesario. Se eliminaron rápidamente
las fuentes de contagio a partir del enfermo, al suprimirse
la diseminación del bacilo con la tos desde pocos días
después de la iniciación del tratamiento.
Se suprimieron los costosos e inciertos tratamientos quirúrgicos
y se transformó a la tuberculosis en una enfermedad
fácil de pesquisar, de tratar y de recuperar.
Suman millones las personas que hoy viven y desempeñan
una labor normal gracias a Roberto Koch y su nombre ocupa
en la historia de la Medicina un lugar tan importante como
el de Pasteur, Fleming y otros investigadores que le siguieron.
Existiendo hoy, gracias a él, armas tan valiosas para
el descubrimiento y tratamiento oportuno d la tuberculosis,
sólo el uso adecuado de ellas permite, con la colaboración
de los enfermos, de sus familiares y del público en
general, captar precozmente los casos y tratarlos, sin necesidad,
por lo general, de que estos abandonen su actividad normal,
salvo las más avanzadas y graves. Importante contribución
esta última, no sólo a la sobrevida del paciente,
sino también a la economía del país,
por la supresión del prolongado reposo que marginaba a tantos hombres y mujeres jóvenes de la actividad
productiva.
HERNAN RIVERA CALDERON
Contraalmirante
Ministro de Salud |